“Si cerca de tu biblioteca tienes un jardín, no te faltará nada” Marco Tulio Cicerón

sábado, 10 de diciembre de 2016

Los jardines de Kew




Mi escapada “verde” a Londres en mayo de este año para ir a la Cheslea Flower Show dio un poco más de sí porque tenía muchísimas ganas de visitar el  jardín botánico más importante de la ciudad: el Real Jardín Botánico de Kew que, además, es Patrimonio de la Humanidad desde  2003.
Estos jardines no están en Londres capital sino a unos kilómetros al Sudoeste entre Richmond y Kew pero se puede acceder fácilmente en metro (District Line). Si queréis ir a verlo, podéis combinar su visita con la visita a la casa de Virginia Woolf en Richmond. Desde luego, para ver bien este botánico necesitaréis unas 6 horas, que es lo que tardé yo con picnic incluido.




Los jardines de Kew tienen una larga historia. Empezó siendo, en el siglo XVI,  coto de caza del rey Enrique VII pero hasta el siglo XVIII no pasó a ser un Physic Garden, es decir, un jardín botánico donde estudiar y experimentar con plantas. 

Después de unos años de abandono, los jardines de Kew tuvieron una época gloriosa bajo la Inglaterra victoriana. Se construyeron sus famosos invernaderos, se creó el Arboretum y un herbario, con el que suministraban de semillas y asesoraban sobre cultivos a todas partes del Imperio Británico. Además, se creó una línea de ferrocarril que permitió a los visitantes llegar y disfrutar de él.
Durante el siglo XX, ha seguido creciendo en extensión, al igual que ha crecido su papel investigador y divulgador sobre la conservación de la biodiversidad mundial.



Para mí, su visita es obligada por su repertorio de plantas  y por construcciones históricas. Las más recomendables: los tres invernaderos antiguos (el templado, el de las palmeras y el de los nenúfares); el jardín japonés con su pagoda; el paseo por las copas de los árboles, que me hizo sentir como Tarzán; y el cottage de la reina Charlotte, que me recordó bastante a la aldea de María Antonieta en Versalles pero ésta es anterior. 

Son las que más me gustaron pero también hay muchas más atracciones: un palacete, un templo, una galería de arte, muchas zonas de restauración… Y hablando de comidas… Yo preferí hacer picnic en el césped y observar el panorama, a lo Virginia Woolf que, por cierto, escribió un cuento corto sobre el parque. 


Jardín japonés


Pagoda


El cottage de la reina Charlotte



A nivel botánico, tiene zonas destacadas que cambiarán dependiendo de la estación del año. Yo estuve en primavera así que estaban especialmente bonitos los rododendros.




Invernadero de las palmeras


Invernadero de los nenúfares

Como tiene 121 hectáreas y cuatro entradas, es muy recomendable coger el trenecito y dar la vuelta completa para hacerse una idea. Luego, se puede volver e ir parando donde más interese.


Para terminar, no dejéis de pasaros por la tienda aunque no compréis nada… Los anglosajones son los reyes del márketing y da gusto ver cómo lo ponen todo de bonito!!!!




 





PRÓXIMA CITA: VAJILLAS DE FIESTA (15/12/2016)


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